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11 agosto 2006

Diarios desde la torre.

Diarios des de la torre.Ultimo día en casa, ya huelo la torre



Dovo hablaba con Carla, su amiga becaria para fiscal. Los últimos días de diciembre Dovo dejó la torre por haber conocido a Carla. La conoció como amiga de su hermana mayor y de verla en los juzgados cuando el Ayuntamiento quería tirar la torre de Dovo, una especie de mansión ruinosa con una torreta, era una casa lúgubre, de madera, este tipo de casas se encuentran en Estados unidos, el bisabuelo de Dovo la construyó casi igual que la de un amigo suyo de Pennsylvania, un amigo de guerra; lucharon juntos contra Alemania, por distintas razones, pero la guerra dejó dos heridas de bala y un amigo en América para el bisabuelo de Dovo.

Ahora Dovo estaba sobre su cama, alzando un juguete, un silbato de la Regulación americana de la primera guerra mundial

D:-Contempla el estado en que nos dejó, entre escaladas místicas y caídas rompehuesos.



C:-¡Bravo! La historia del hombre.

D:-Me parto. Mira listilla, la historia del hombre no es tan trágica; es sangre y saqueo , como el color rojo de la bandera de tu país que representa la sangre de forja; y el amarillo, el oro. Además, es verdad contempla el estado en que nos dejó vivir del sueño, de ser tan disidentes y rebeldes sin razón.

C:-Tú no eres tan rebelde como te pintas, es todo fachada. Naciste hijo de papá y sigues siéndolo, vives en tu torre abandonada, como tú la llamas; dices vivir como un ermitaño posmoderno, ¡Pfff!, en todo eres un ocupa que no hace grupo, eres un señorito

D:-Por mí no te calles, no duelen tus palabras, pequeña; sigue por favor

C:-Y eso, vistes como lo que quieres ser, un roquero, pero ese es otro tema, dejaste la guitarra porque te creaba ansiedad tu música, pfff, Jajaja, ¿de qué ascensos y caídas hablas? Si no sabes lo que es tener que currarte el pan, tú vives de una herencia de tu abuelo, no me hables de sufrimientos ni chorradas…

D:-Yo no he mencionado nada, te lo estas montando tu solita, pequeña.

C:-Y no me llames “pequeña”, nene de papá.

D:-Jaja, será nene del abuelo, porque sabes que es quien más quise en mi infancia, él me enseñó a leer y a escribir, y que coño, a ir un paso por delante de los demás niños de mi antiguo colegio…

C:-No te pongas a recordar donjuán de salón.

D:-Ves, siempre me dices lo mismo, un poco gusta pero mucho cansa. No me lo vuelvas a decir. Trata de no enfadarte ni hacerme enfadar, me tomo tus palabras como verdades que tú crees, y quiero hacer descreer. Ya me has dicho que cuando voy con mis atuendos, te parece que los llevo como un mendigo que tiene modales de marqués de puturrudefua…

C:-No es eso para nada. Te dije que mientras estábamos en el bar lamento nos miraba, te miraba a ti ahí sentado, con las piernas cruzadas y a comodo del sillón.

D:-Pero si estaba solo, no quería que nadie me mirara, yo soy así, en este país de burros se confunde la sensibilidad con la feminidad, con el refinolis. Si en los servicios del bar lamento te encuentras con un tío mirándose al espejo y él te ve, da un respingo y se va angustiado, en serio, no falla. Y tú eres igual que ellos, sientes la vergüenza, el síntoma típico español, os falta vena inglesa: reíros de vosotros mismos.

C:-Pero qué dices tío, ¿yo vergüenza? Y otra cosa es cuando vas con tus amigos…

D:-No menciones a mis amigos

C:-Esos niñatos menores de edad…

D:-No son menores de edad, sólo son algo más jóvenes que yo, no tienen la culpa de ser imberbes, me estimulan y nos tenemos cariño.

C:-Y dónde quedó Rafa; o Mina; o Rocío; ¿qué fue de ellos? Tenías buenos amigos y dejaste que tu relación con ellos se enfriara.

D:-En cambio contigo nunca me he enfriado, y eres posterior a ellos. No se te ocurre que puede que sea que he cambiado; veo que para ti sólo he involucionado, no tienes ni idea de quién era yo antes; créeme , te quedarías con el actual.
Mira, sólo porque vuelva a la torre no puedes ponerte así. Seguiremos viéndonos, todo será como es, y hasta tendré más tiempo para escribir…

C:-No es eso, es que no sé qué trabajo te van a dar, se te está terminando la herencia y tienes sólo 21 años.

D:-Veintidós, dos menos que tú.

C:-Y tienes que acabar la carrera si quieres trabajar en algo.

D:-Carla, ya tengo madre.

C:-Lo sé Dovo... haz lo que quieras

D:-Voy a meterte mano pequeña, ven aquí con tu culito de becaria, que te voy a decir cómo se lo hace un marqués

C:-Jaja, de puturrú de fuá.





Cuentacuentos: http://cuentacuentos06.spaces.live.com/ a partir de una frase dada

Sólo me estaba pidiendo una respuesta, y eso era lo que me aterraba. Carla no me daba opciones: o mis amigos o ella. No tenía salida, debía contestarle, la verdad era dolorosa.

Mis amigos, Cony y Galán. Llegué a conocerles viviendo bajo un mismo techo; vivían conmigo desde que me cansé de estar sólo en el señorial piso de mis difuntos abuelos. Me cansé de habitar la torre y de ser un ermitaño ilustrado que vivía en la rivera norte, junto al caudaloso río. Puse un anuncio y me llamaron, el piso se me hacía vacío y ellos lo llenaron de vida.

Recuerdo que cada amanecer tenía esa extraña sensación sobre mi estómago; aunque amaneceres no veía muchos. Me recuerdo como una cerveza con patas, una farmacia andante, así que no veía muchos amaneceres, más bien me levantaba a la hora de comer, Cony siempre hacía la primera comida del día. Yo no comía mucho y estaba trastornado por tanto sufrimiento, el sufrimiento que arrastraba desde mi último curso en la universidad…, pero ese es otro tema.

Mi cuerpo era un manojo de nervios y ansiedad paralizantes; pero ellos me trajeron un estado menos triste, me trajeron la azul melancolía, dejando atrás la depresión y el castigo, instalándome en un abandono menos doloroso, ergo nada fructífero. Inmerso en el azul, el mundo tomó una belleza rara y enfermiza. Estuve así, mecido, cuatro meses, hasta que en una iluminación sacudió mi mente dormida. Me puse a escribir, ahora con sana lucidez, sobre mis sueños, en los que encontré a un chico llamado Dovo que se presentaba como un alter ego de mi conciencia, me hice amigo de él y fui conociéndole tanto, tanto, que me poseyó, dando lugar a un estado alterado de conciencia. Todo natural, había dejado las drogas, y ya no sentía miedo al mundo, no tenía miedo a nadie ni a nada, Dovo me trajo la vitalidad, y di la espalda a la conciencia, por cuya orilla caminé, tiempo ha, y de tanto caminar enfermé. Dí la espalda a la oscuridad, a lo siniestro, a la muerte, a la nada… a la conciencia.

Es por eso que sufro mientras pienso mi respuesta para Carla. Al fin y al cabo, ella me sacó de el caserón en ruinas que heredé de mis abuelos, de esa casa con torreta lúgubre desde la que escribo estos diarios a fecha de Marzo del año seis, porque he vuelto, he vuelto a la torre porque el Ayuntamiento quiere recalificar estos terrenos para hacer una urbanización de adosados.

Me ofrecieron seis cifras gordas los sátrapas y usureros del Ayuntamiento, después de meses de juicios. Llegué a aceptar la propuesta pero el día anterior a la firma, me eché atrás, no pude vender la casa que construyó mi bisabuelo cuando vino de Pensilvania, de visitar a un amigo con el que combatió en la primera guerra mundial, a su vuelta construyó una casa igual a la de la madre de su amigo.

Llegué a conocer a mi bisabuelo, era juez, o lo fue, luego tuvo una privilegiada situación económica que le hizo comprar tierras en la rivera norte de la ciudad, y con el tiempo construyó este templo en los que hemos nacido las tres últimas generaciones de mi familia. Aún recuerdo cuando mis padres me dejaban con mis abuelos en el caserón, antes de que se incendiara. Mi abuelo y mi padre nunca me dijeron nada de ello, pero mi abogado y yo hemos investigado entre los papeles del Ayuntamiento, jugándose el cuello mi primo Peyo, concejal de IU, para acceder a esos documentos urbanísticos del año 88, año en el que se incendió la casa cuando mis abuelos estaban de viaje; pero eso es otro tema; otro día.

Carla no entiende mi decisión puramente ética de volver a la torre, no concibe tampoco que mis compañeros ya no trafiquen con alcaloides; ahora sólo cultivamos marihuana en los dos cuartos libres, pero sólo vendemos si…, bueno, no; la verdad es que vendemos a los conocidos de Cony y Galán… viven de eso, les he dejado el piso para ellos, pero es mi casa, donde me he criado.


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