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11 agosto 2006

Diarios desde la torre. Cuentacuentos

Cuentacuentos: http://cuentacuentos06.spaces.live.com/ partiendo de una frase dada:

Caminando por la orilla de la conciencia. Esa orilla que separa el amor del odio, el cariño del desprecio, la amargura de la felicidad, la salud de la enfermedad, el paraíso del infierno, el bien del mal y la bondad de la maldad; el vacío del método, sin que eso, por primera vez me asustara, caminando por la orilla que separa la amistad de la soledad, la soledad del desamparo, que separa la húmedad del desietro, la vista de la ceguera, el valor de la cobardía, la voz del callar, el dolor de la gloria, la ira de la paz, la paz de la guerra, la angustia de la seguridad, la ansiedad de la tranquilidad, el verso del caos, el sexo de la inapetencia, la vida de la nada, a Daniela del hundimiento, la vida del suicidio, el pan del hambre, a Platón de Aristóteles, a la deducción de la inducción, el recuerdo del olvido, el sonido del silencio, la risa del llanto, el placer del daño, el status del liberto, el beso de la reprimenda, la identidad del rechazo, la verdad de la mentira, la sobriedad de la borrachera, la normalidad de la anormalidad, la mediocridad de la genialidad, el trato del antitodo, la belleza de lo feo, la rebeldía del conservadurismo, el diálogo de la imposición, la familia de la orfandad, las luces del ostracismo, el sol de la luna, la dulzura de la grima, la lucidez de la tozudez, la inspiración de la frustración, la duda de la cretinidad, legal de ilegal, aceptado o repudiado; caminando por la orilla de mi conciencia mis pies desnudos enfermaban de tanto caminar por mi conciencia, me rasqué los salpullidos y rasgué la piel brotando la sangre negra; mi subconsciente, que estaba un poco más abajo , al fondo a la izquierda, me siseaba destrucción, y viendo que caminaba por mi conciencia, di la vuelta, le dí la espalda firmemente, y empecé a sentir que respira distinto, con más bocanadas, cómo si quisiera comerme el mundo, me sentí raro estando así, además no tenía pasado y todo un camino que hacer, me sentí alegre por seguir vivo y me vi caminando sobre la vitalidad del suelo firme, sin conciencia, caminando libre ví, veo, que la vida es un juego en el que ir esquivando obstáculos en busca de la felicidad, en la que aceptarme es una liberación de una carga amarga, demasiado amarga como para dejarla..., pensaba hace poco tiempo. Me veo caminando libre y sin síntomas del mal que me corroía; soy novel, un contento aprendiz, camino firme y observo..., y el tiempo que perdí.

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